El pasado 14 de septiembre se celebró solemnemente la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, una de las fiestas que nuestra Archicofradía tiene instituidas desde su fundación en el siglo XVI.
La Eucaristía estuvo presidida por nuestro Consiliario D. Zacarías Romero Arroyo, párroco de la Asunción y Ángeles y se celebró en nuestra Sede, el Santuario de María Santísima de los Remedios. La iglesia estaba repleta de fieles que acudieron a venerar a nuestros sagrados titulares con la fidelidad acostumbrada.
Para la ocasión la Virgen lucía manto de seda brocada en tono verde seco e hilos dorados, sobre sus sienes lucía la corona real plateada y su cintura se ceñía con fajín rojo, que estrenaba en esta fecha. En su mano el cetro, atributo de la realeza de María, igualmente llevaba el guarda rostros o rostrillo, de plata del siglo XVIII y también el peto plateado, muy antiguo. El Niño Jesús que llevaba vestido verde y capa roja estrenaba una vara de flores plateada regalo del Hermano Mayor.
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Sobre el Sagrario una pequeña cruz de madera de la que pendía un sudario hacía clara alusión a la fiesta celebrada.
Por Bula perpetua de S.S. Inocencio XIII dada en Roma en 1696 los hermanos que visitaron la Iglesia en este día y cumplieron los demás requisitos estipulados de forma general para ganarla, lucraron la Indulgencia Plenaria.
Como como curiosidad y por su interés cabe recordar que la Indulgencia Plenaria también se puede ganar en las festividades de la Natividad de la Virgen María, Natividad de San Juan Bautista, festividad de la Santa Cruz del mes de Mayo y Domingo de Pentecostés de igual forma, visitando el templo donde esté establecida la Archicofradía y cumpliendo los demás requisitos de caridad, oración por las intenciones del Papa, confesión sacramental y asistencia a Misa.
De una forma única para cada hermano se lucra Indulgencia Plenaria el día en que entraren a formar parte de la Archicofradía.
En la Fiesta de la Exaltación de la Cruz la Iglesia celebra la veneración a las reliquias de la cruz
de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por
el emperador Heráclito. Según manifiesta la historia, al recuperar el
precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho
Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e
intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó
paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo
aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y
doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de
Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y
con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo
hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada. Los
fragmentos de la santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro
del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los
clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con
mucho fervor, incluso, su produjeron muchos milagros.
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