Al igual que se viene haciendo desde que volvió la Virgen de los Remedios a su Iglesia y Santuario en el mes de mayo de 1995, tras una prolongadísima ausencia de más de veinte años, la conclusión de los actos de mayo se solemniza con cuatro actos que año tras año se repiten para mayor gloria y veneración de la Santísima Virgen, la Ofrenda de Flores, el Santo Rosario Solemne, la Exaltación a María Santísima y el Besamanos como acto final en el cual María, reina y señora de todo lo creado se nos presenta en todo su esplendor con su Divino Hijo entre sus brazos para que todos aquellos que lo deseen se acerquen a depositar un beso en sus manos.
La ofrenda tuvo lugar el jueves 24 de mayo, en ella las devotas y devotos llevaron sus flores de ofrenda, en todos especialmente rosa y blanco, que serían utilizadas con posterioridad para montar un espléndido y florido altar de besamanos.
La tarde del día 26 tuvieron lugar los restantes actos, dando comienzo con el Santo Rosario solemne, rezado como cada día por varias hermanas y devotas, contando en esta ocasión con la colaboración de otros hermanos que habitualmente, por razones de trabajo, no pueden asistir.
La exaltación a la Virgen corrió a cargo de Doña Olga María Ruiz Pacheco, mujer de hondas raíces cristianas y muy vinculada a la Semana Santa egabrense y por lazos familiares, tanto por rama paterna como materna, también muy vinculada con nuestra Archicofradía.
La exaltación fue como una sentida oración nacida desde el corazón y enfocada a destacar las virtudes de la Virgen María, y su santo rosario. todo ello narrado con tan bonitas palabras que en varias ocasiones la exaltadora tuvo que pausar su locución por los repetidos aplausos del numeroso público asistente, una de las exaltaciones más sentidas y brillantes que nuestra bendita Madre ha recibido en los últimos años, era el sentir de los allí congregados.
Tras la Exaltación los devotos nos fuimos acercando a rendir pleitesía a la Virgen depositando en sus manos un sentido beso.
Para los actos del sábado 26 la Virgen lucía esplendorosa, en esta ocasión su Hermano Mayor y vestidor había colocado a la Señora uno de sus más antiguos mantos, un manto de seda color marfil con randas de pequeñas florecillas de colores en hilos seda y plata, un manto que donado a la Virgen en 1815 ha sido primorosamente restaurado y puesto en valor con el ingente trabajo de Doña Carmen Parejo y la no menor ilusión de su hijo Antonio, y nuestro Hermano Mayor, empeñados en la recuperación de una autentica joya del acervo devocional de la Virgen, éste su antiguo manto. El problema que tenía esta pieza y motivo por el cual no se le había puesto en los últimos años no era otro que estando la tela demasiado "pasada" las randas habían cedido estando prácticamente todo hecho tiras.
Ha sido necesario entretelar el manto y unir primorosamente todas las tiras que se habían abierto, incluso ha sino necesario utilizar la única manga que se conservaba par poder cubrir el espacio que habían dejado dos grandes agujeros, en definitiva un trabajo hecho con mucho cariño a la Virgen y más paciencia, un trabajo que ahora se ve recompensado al poder ver a la virgen con un manto tan antiguo y de tanto valor.
Aprovechando todo este trabajo el manto ha sido levemente agrandado para adaptarlo al tamaño actual de la virgen, ligeramente elevada en la última restauración a la que fue sometida en 1980 a manos del imaginero cordobés Miguel Arjona Navarro. Igualmente ha sido necesario sustituir el antiguo encaje de plata, hecho añicos, por otro.
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