El día 1 de noviembre se celebró una año más la celebración religiosa por nuestros hermanos y devotos difuntos y también por los vecinos del barrio fallecidos en el último año.
Con la iglesia repleta de fieles dio comienzo la eucaristía, que presidía el párroco de la Asunción y Ángeles. Fue una celebración entrañable en la que cada uno de nosotros pedimos al Señor por el alma de nuestros difuntos en un clima de fe y recogimiento.
Esta es la misa que nuestras reglas marcan así mismo para difundir la devoción a Jesús de las Penas, imagen que este año recupera su iconografía tradicional con la túnica negra, un color ciertamente extraño en túnicas de Cristo
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